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El trabajo en nuestra personalidad (nuestro mundo interior) debería, siempre, dar resultados en el exterior. No es sano descompensar nuestra vida centrándonos únicamente en nuestra parte externa, así como tampoco lo es hacerlo en la interna.
El ser humano debe tener un equilibrio entre ambos mundos. Y tanto lo interno como lo externo, deberían potenciar al “otro”. Un correcto trabajo de crecimiento personal hace que ambos se trabajen y que ambos se potencien.
No comparto, para nada, la visión que tienen algunos terapeutas y gurús del crecimiento personal, que dicen que si tú estás bien interiormente da igual cómo seas físicamente y cómo sean tus relaciones con la gente que te rodea.
Si estás bien interiormente ¿da igual pesar 200 kg., ser antisocial, estar lleno de miedos y no ser capaz de gustar a ninguna mujer? Yo no lo creo. Es más, considero que, afortunadamente (y menos mal) el cerebro humano no está pensado para ser feliz si todo lo exterior te va mal. ¿Por qué? Por una razón muy sencilla: tu supervivencia peligra.
Así que, podríamos decir que la mente humana, para ser feliz, necesita tener ambas dimensiones equilibradas. Apoyo tan poco el método de seducción basado únicamente en resultados; como el de crecimiento personal que no da importancia a la salud, la delgadez, la apariencia y unas buenas habilidades sociales como herramientas básicas para tener relaciones sanas con la gente que nos rodea.
Como digo, debe haber un equilibrio.
Sí que es cierto que la forma que yo considero correcta de trabajar es de dentro-afuera. Es decir, partir de lo que uno es, y de un bienestar interior, para conseguir cosas en el exterior.
Pero si el supuesto “bienestar” interior no hace que tengamos éxito en lo exterior, es que algo estamos haciendo mal. Al igual que una planta… si está sana, la planta crece, está viva, preciosa, radiante y da flores y frutos. El ser humano no es, ni debería ser distinto.
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