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Hubo un señor llamado Vilfredo Pareto que, a principios del S.XX, planteó uno de los conceptos que más me han ayudado a mí en la vida: el principio de Pareto (o la regla del 20-80). Lo que viene a decir esta regla es que en cualquier proceso del mundo físico hay un 20% de las actividades que generan un 80% de los resultados.

Veamos unos ejemplos prácticos. En las grandes empresas hay unos clientes mayoristas que compran la INMENSA mayoría del stock y que generan unos increíbles beneficios sin dar apenas problemas… y el resto de clientes (la gran mayoría) dan muchos problemas, sin apenas comprar nada. Lo mismo ocurre con los vendedores: hay dos o tres vendedores por empresa que son capaces de generar el 80 o 90% de las ventas de su área y el resto de vendedores apenas llegan entre todos a sumar un mínimo porcentaje.

La regla 20-80 no tiene por qué aplicarse en porcentajes exactos. De hecho, el 20 y el 80 no deben sumar 100 entre sí. Hay áreas que pueden tener un 3-1000 (que el 3% del trabajo produzca un 1000% de beneficio). Lo importante de la regla es que en cualquier área dada, podemos encontrar dos o tres cosas que provocan le inmensa mayoría de los resultados sin apenas hacer esfuerzo.

¿Por qué os cuento todo esto? Porque cuando intentemos crecer a nivel personal… y mejorar nuestra relación con el sexo opuesto, tenemos que DOMINAR este principio. Si yo quiero mejorar mi éxito… ¿tendré que hacer veinte o treinta cosas a la vez y no fallar en nada? NO. La clave no está en hacer mil cosas. El quid de la cuestión está en encontrar qué dos o tres cosas fáciles de hacer me pueden generar el 90% de los resultados sea cual sea el punto del que parta.

Y esas tres o cuatro cosas pueden variar para cada uno. Si hacemos memoria, todos recordaremos que hemos probado mil cosas que no funcionaban y de pronto, cambiando la cosa más inesperada hemos visto como avanzábamos muchísimo. La regla de Pareto puede esconderse detrás del concepto más insospechado. Es decir, que el cambio más contraintuitivo puede hacernos mejorar exponencialmente sin darnos cuenta.

No intentemos ser TAN metódicos y “perfectos” en el trabajo y planteémonos, antes de nada, qué dos o tres cosas pueden hacernos mejorar nuestros resultados sin apenas hacer esfuerzo. Y, de paso, cuando nos pregunten, démosle a Pareto el puesto que se merece en la historia.

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