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En los artículos anteriores mencionamos que todas las acciones del ser humano tienen, directa o indirectamente, relación con satisfacer una de las cuatro necesidades que tiene instalado nuestro cerebro reptiliano de serie, para sobrevivir. Estas cuatro grandes necesidades son:

  1. Estar sano y sin dolor.
  2. Alimentarnos.
  3. Llevarnos bien con los seres del entorno.
  4. Reproducirnos.

Muchos de vosotros me podéis decir que hay acciones, como escuchar un concierto o discutir de política no tiene nada que ver con estas cuatro funciones básicas. Y ese razonamiento es lógico… pero equivocado.

La clave está en que la relación con esas cuatro áreas muchas veces está implícita de forma sutil, refinada, simbólica o indirecta.

Ir a un concierto es una forma indirecta de socializarnos, entrar en contacto con gente que tiene nuestros mismos estilos (tribus urbanas afines), que nos ayuda a desarrollar la inteligencia porque nos da precisión a la hora de interpretar estímulos del medio (la gente que escucha y ejecuta música desarrolla áreas del cerebro asociadas con la supervivencia), etc. Con lo cual, estaría, indirectamente satisfaciendo el punto número tres.

Una persona que discute no está haciendo otra cosa que defender sus ideas (y las de su tribu). Eso le hace ser respetado entre sus iguales y ser percibido como una persona de cierto estatus intelectual (esto también contribuye a llevarse bien con los seres del entorno –punto número tres-, porque alguien respetado sobrevive mejor que alguien al que se considera de poca relevancia).
Repito que TODO lo que hacemos en la vida tiene que ver con estas cuatro áreas. Y es lógico.

Estamos en la tierra para sobrevivir y llevarnos bien los unos con los otros. El ser humano tiene una mente compleja y simbólica que le hace trabajar no sólo de forma directa y cortoplacista… sino también invirtiendo tiempo en el trabajo a largo plazo y con gestiones sociales y simbólicas indirectas. Pero al final, todo es motivado por una o varias de estas cuatro grandes necesidades: la salud y el bienestar físico; la obtención de alimento; la socialización positiva o la reproducción y satisfacción sexual.

Esto no hace la vida menos bonita, ni menos espontánea… es parte de lo que somos. Es la realidad y no le quita belleza a que nos podamos sentir enamorados; a ser compasivos con la gente que nos rodea; o en aprender a estar en paz con nosotros mismos. Que esas acciones tengan una relación indirecta con funciones básicas para sobrevivir, no quiere decir que no las podamos sentir de una forma intensa y maravillosa.

Pero cuando luego queramos entender el comportamiento de las personas que son importantes para nosotros, deberemos ser capaces de entender estas cuatro áreas y ver de qué forma cada persona las aplica, las interpreta y las siente.