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Cuando estamos en una conversación tenemos que mostrar interés de forma legítima por lo que la otra persona nos está contando. Pero el interés tiene que ser proporcional a la inversión y la calidad de la inversión de la otra persona. Se trata de encontrar un equilibrio: si doy un interés incondicional por TODO lo que me dice, la otra persona nos percibirá como personas poco selectivas; pero si por el contrario no muestro nada de interés, la otra persona se aburrirá, se sentirá poco especial y acabará cortando la interacción.

El interés tiene que estar condicionado a lo que la otra persona nos está ofreciendo. No hay que premiar e interesarse por todo lo que nos están contando, sólo por lo que realmente nos interese y de forma proporcional.

De forma proporcional quiere decir que si la chica nos dice que es peluquera no puede despertar el mismo interés que si nos dice que es investigadora marina en un centro de protección de las ballenas, en la costa de Nueva York. Y tampoco debería despertar el mismo interés si nos dice que tiene una hermana, que si nos dice que tiene 14 hermanos.

Digamos que nuestra mente, naturalmente se va a interesar por lo que se sale de la media…todo lo que sea nuevo, original o diferente va a activar nuestro cerebro. Eso es inevitable y tiene una razón evolutiva muy clara: conocer lo nuevo nos ayuda a sobrevivir. Conocer lo típico no tanto. Esto no es ni malo ni bueno, es, simplemente, la forma en que el cerebro humano funciona.

Es decir, que tu cerebro no te va a dejar interesarte por algo a lo que estás TOTALMENTE acostumbrado. Y si lo haces, lo que estás demostrando es que estás descalibrado, o que eres una persona sin mundo que se impresiona a la primera de cambio.

Pues bien, esa cualidad natural de nuestro cerebro es lo que tenemos que aprovechar en una conversación. Cada persona es única en algo. Todos tenemos algo diferente a los demás. Si quieres conectar realmente con una persona tienes que descubrir esos rasgos.

A veces no serán rasgos en sí, sino la combinación de ellos. Si una chica es peluquera…eso no es algo nuevo…pero si es peluquera y a la vez estudia empresariales…entonces todo cambia. Esa combinación sí que es totalmente atípica. Y ahí nuestro cerebro nos dará un aluvión de preguntas sobre esa extraña combinación.

Es decir, que no podemos forzar el interés. Interesarnos por la otra persona no consiste en forzarnos a tener interés por algo aburrido, sino en encontrar cosas en la otra persona que sean realmente interesantes y nuevas.

El secreto es encontrar rasgos únicos, habilidades únicas, aficiones únicas, historias únicas o combinaciones únicas. Y para ello habrá que preguntar.

No tengas miedo de preguntar, siempre que vayas en la dirección adecuada. Lo que no se puede hacer es hacer preguntas inútiles y aburridas. Pero preguntas que persigan encontrar esos rasgos únicos y profundos están TOTALMENTE justificadas. En el próximo artículo hablaré de cómo formular esas preguntas.