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En muchas ocasiones nos quedamos sin saber qué decir….sin tema de conversación. A veces, ocurre, simplemente que la otra persona es MUY aburrida…es decir, que habrá un porcentaje de casos en los que, quizá, sea mejor no invertir con una persona que NO es capaz de interactuar mínimamente con nosotros.

Pero en la inmensa mayoría de las ocasiones dependerá de nosotros el que la conversación sea entretenida o no y no nos podemos permitir quedarnos sin hilos de conversación…así que, ¿qué hacemos?

En mis cursos yo siempre explico que nuestra mente nos está dando CONSTANTEMENTE ideas para sacar en una conversación. NO es cierto que la mente se nos quede en blanco. Lo que ocurre es que somos nosotros los que REPRIMIMOS esas ideas antes de que salgan por nuestra boca, porque nos parecen poco adecuadas para la situación.

Si, por ejemplo, estamos hablando con una chica y nos viene a la cabeza que la conversación está siendo aburrida…eso no quiere decir que nos estemos quedando en blanco porque NO ES ASÍ. Lo que ocurre es que, el pensamiento que nos ha venido (el de que la conversación es aburrida) NO nos parece adecuado para la conversación. ¡Pero ese es otro tema!

Es por ello que yo utilizo la metáfora de las piedras y los diamantes. Una piedra es cualquier pensamiento que nos venga a la cabeza, sea del tipo que sea. Por lo general, esos pensamientos no van a estar elaborados…serán toscos, directos y poco adecuados para la conversación. Como cuando, en el ejemplo anterior, nos venía el pensamiento de que una conversación es aburrida.

La buena noticia es que nosotros, como seres pensantes que somos, tenemos la capacidad de transformar esas piedras en diamantes…es decir, que podemos adaptar esas “piedras” a cada situación, expresándolas de forma apropiada.

El 90% de los pensamientos que vienen a nuestra cabeza pueden ser introducidos en la conversación de forma adecuada, pero hay que “presentarlos” convenientemente. Incluso en el caso de la “conversación aburrida”… se podría decir:

“María, perdona, pero es que llevo toda la semana hablando de trabajo…y mis neuronas se están quejando. ¡Por favor, ayúdame a cambiar de convesarción!”

Como habrás visto, transformar piedras en diamantes es todo un arte….una habilidad que hay que desarrollar día a día. Pero merece la pena porque una vez empieces a manejarte en el proceso, serás capaz de hablar durante horas sin que nunca te dé la sensación de quedarte en blanco. Siempre tendrás material nuevo, fresco y divertido que incorporar a la conversación porque estarás totalmente conectado con tus pensamientos e ideas.

La distancia entre tu mente y tu boca será cada vez menor.

Con el tiempo podrás incluso elegir cuál de todas las piedras que te aparecen es la más interesante para introducir en la conversación y tendrás totalmente a tu cerebro trabajando para ti. Pero todo esto comienza cuando empiezas a utilizar lo que tu cerebro te ofrece, en vez de intentar ser especialmente original, brillante o divertido. La genialidad se consigue improvisando sobre lo que te viene, no intentando ser genial.