Seleccionar página

Hoy voy a hablar de un error que cometen muchas personas a la hora de intentar “prolongar una conversación que no está yendo como nosotros queremos. Y es la actitud de intentar agarrarse a un “clavo ardiendo”. Es decir, que sea lo que sea lo que nos cuente la otra persona…intentamos conseguir que ese tema en cuestión se convierta en una mina de oro que nos dé miles de palabras para continuar, e intentamos sacar petróleo de donde no lo hay…haciéndolo de forma muy forzada y mostrando mucha necesidad.

Un ejemplo de esto sería cuando nos interesamos excesivamente de algo sin importancia. Por ejemplo:

– Hombre: ¿qué estudias?
– Mujer: derecho
– Hombre: qué interesante, eso debe ser increíble…cuéntame más…

Esa respuesta NO está justificada. Si ella no te está dando conversación, acepta la situación desde el principio y busca soluciones, pero no intentes convencerte de que lo que te está dando es interesante cuando no lo es, porque ya dijimos que a nuestro cerebro no se le puede engañar. Si algo es aburrido, insulso y poco valioso…no tiene ningún sentido intentar convencernos de lo contrario.

Entonces, posibles soluciones a este problema:

  1. Intentar dirigir las preguntas hacia lo que la hace una persona única. Esto lo comentamos ya en artículos anteriores. En el caso del derecho sería mucho mejor preguntar: “¿Por qué decidiste estudiar derecho?”
  2. Ante la duda, mejor que parecer que no tenemos vida propia y que nos entusiasma cualquier cosa que nos cuente una mujer…es mejor cambiar el tema de conversación hacia nosotros y hablar de nosotros, contar algo con humor, hablar desde la perspectiva del yo, o simplemente, cambiar de tema. Por ejemplo: “La verdad es que del tema de derecho no tengo ni IDEA. Siempre he pensado que es algo complicado, porque hay que tener mucha memoria…pero yo siempre he sido más de arte…¡no en balde estoy un poco loco!”
  3. Deja tiempo para escuchar lo que te dice. Si ella te dice que simplemente estudia derecho y tú te apresuras a contestar, realmente no sabes si ella quería añadir algo más. Y en el caso de que en un principio no quisiera añadir nada más, el simple hecho de que tú generes un pequeño silencio incómodo y la mires esperando de ella más inversión, en la mayoría de los casos, suele ser suficiente para que la otra persona empiece a invertir.
  4. Diviértete y, ante la duda, elige el humor. Si tienes que hablar de algo, como última opción y a la desesperada, por lo menos diviértete y tómatelo con humor. No dejes que su falta de inversión afecte a tu estado. Por ejemplo: “Pufff, derecho…la verdad es que me gustaría hacerme el interesante contigo, María, pero de derecho no tengo ni puñetera IDEA. Vamos a tener que encontrar otro tema de conversación más divertido. ¿Tienes perro?”
  5. Sé empático. Antes de enfadarte…piensa por qué esa chica puede estar invirtiendo poco y plantéate que quizá tú has empezado de una forma equivocada…o que ella te puede estar percibiendo como un pesado. No intentes huir de sus pensamientos. La mejor forma de eliminar estas resistencias es sacándolas en la conversación: “María, soy consciente de que hablar de lo que estudias ya lo has hecho mil veces esta noche pero es que quiero conocerte un poco…entonces, vamos a hacer un trato…tú me das un par de datos sobre ti, y yo prometo contarte cuatro chistes divertidísimos después”.

NOTA: como habrás podido observar, estos ejemplos son para rescatar una conversación que estaba siendo aburrida (la del derecho). No estoy recomendando que lo más interesante para preguntarle a una mujer sea su profesión, al contrario. Pero como es algo común, que muy a menudo, hace que nos atasquemos, me ha parecido un buen caso para ver posibles salidas.