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Recientes estudios personales de mí mismo con el mundo demuestran que insistir es la clave para muchas cosas. Sobre todo cuando hablamos de chicas. A las chicas hay que insistirles.

Como siempre se trata de encontrar un equilibrio: si insistimos demasiado somos unos pesados; pero si insistimos demasiado poco, vamos a perder muchísimas interacciones. Como dice Egoland, el rechazo que nos hace una mujer es casi siempre transitorio. Es decir, que la mayoría de las negativas de las chicas, como apartarse de un beso, no devolvernos un día la llamada, o no contestar a un sms… son temporales y no tienen mayor trascendencia. Las hacen por cualquier razón (muchas veces por cosas que no tienen nada que ver con nosotros) y al cabo de un par de días pueden hasta estar esperando que las llamemos de nuevo. No es todo tan “tajante” ni tan serio como puede parecer.

No paro de ver una y otra vez cómo chicos con muchísimo éxito sufren este mismo tipo de negativas iniciales, y a base de insistir, acaban consiguiendo que la chica esté entregadísima y muy contenta de estar con ellos. Los hombres somos muy de blanco o negro, pero las chicas van más por grises, basan muchísimas decisiones en la forma en que “sienten” las cosas en ese momento. Y un día pueden estar de mal humor y no querer ni cogernos el teléfono y al cabo de un par de días podemos estar ante una persona que está deseando vernos.

Además, evolutivamente hablando, tiene mucho sentido que ellas nos hagan negativas o rechazos transitorios. Es una muy buena forma de chequear si somos el tipo de hombre que se desanima ante la primera de cambio o si somos capaces de ser constantes e insistir por las cosas que nos interesan.

Por último, en muchos casos, hasta pueden ver como algo “romántico” el que el chico sepa insistir cada equis tiempo.

Recuerda que debes encontrar un equilibrio. Si insistes mucho, serás un pesado, pero si insistes poco, no conseguirás nada. Se trata de encontrar ese equilibrio en una insistencia no-necesitada.

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