Seleccionar página


La gentes se mueve por emociones. Antes de cada acción, hay una emoción que la motiva.
En las relaciones humanas es muchísimo más importante analizar qué es lo que la otra persona siente, que lo que la otra persona hace. Porque sus acciones son una consecuencia de sus emociones. Y si comprendemos bien sus emociones, al final podremos saber cómo gestionar, interpretar e interactuar con sus acciones.
No es lo mismo que alguien grite nuestro nombre para evitar que un coche nos atropelle en la calle, que lo haga sin venir a cuento porque es una persona agresiva. En el primer caso, la emoción que hay detrás del grito es la de miedo a que nos pase algo y eso significa que a esa persona le importamos. En el segundo ejemplo, en cambio, el grito se basa en una emoción de desprecio hacia nosotros. No podemos interpretar ni actuar ante el grito de la misma forma en ambos casos.
Aunque esto es sólo un ejemplo, muestra de forma bastante gráfica que lo importante no es tanto lo que la gente hace sino saber “por qué “ lo está haciendo. 
Pues bien, cuando estamos ante una mujer ocurre exactamente lo mismo: lo importante no es lo que hace o dice, sino entender cuál es la emoción que hay detrás. Se nos presentarán mil situaciones en las que ella haga algo y nosotros interpretemos SOLO sus acciones externas, en vez de intentar entender qué es lo que realmente está sintiendo esa persona. Y eso es un grave error.
Muchísimos de los problemas de comunicación entre las personas se deben precisamente a esto: interpretamos las acciones y no las emociones.
Lo importante siempre es entender “por qué”. Veamos algunos ejemplos:

  • Una mujer puede darnos un beso por miedo a hacernos daño, pero sin que se sienta atraída por nosotros. Y, al a vez, una mujer puede decidir no besarnos por miedo a que le hagamos daño, precisamente porque se siente tremendamente atraída hacia nosotros. En la primera situación tendremos que retroceder y crear atracción. Y en la segunda habremos de no renunciar y ser pacientes hasta que ella coja confianza.
  • En una cita, una chica puede decidir pagar ella porque nos considera un simple amigo y no quiere entrar en la categoría de “chica que se deja invitar en una cita” o puede querer pagar ella para impresionarnos porque le gustamos mucho y porque no quiere que pensemos que espera de nosotros que paguemos todo. En caso no tenemos nada de atracción y en el otro la tenemos toda. Menuda diferencia. En el primer caso, tendremos que salir de la categoría de “amigo” y en el segundo estaremos en un momento perfecto para avanzar en la interacción y crear más intimidad entre ambos.
  • En una interacción una mujer puede ser borde por inseguridad y mecanismo de defensa ante el rechazo o porque sea una persona altiva que nos considera inferior a ella. En el primer caso habrá que ser paciente y cariñoso. En el segundo habrá que “bajarle los humos” sutilmente.

Así que recuerda: lo más importante es aprender a identificar las EMOCIONES; saber por qué la otra persona está haciendo lo que hace. Las acciones y las palabras que ella emita deben ser, simplemente, herramientas para poder vislumbrar las emociones que hay detrás.